A Puntilla de la ciudad Bm E7 A con festón de espuma blanca F#7 Bm murallón de piedra y tiempo E7 A herido de sudestadas A7 D universo de gaviotas B7 E7 y estelas de luna clara Bm E7 se asoman a tus balcones A para mirarse en el Plata. A Sin Atahualpa Cardozo Bm E7 A se entristeció tu explanada F#7 Bm su carrito manicero E7 A le seguirá haciendo falta A7 D al hombre que en sus pesqueros B7 E7 pierde piques y plomadas Bm E7 tras las esquivas corvinas A de una furtiva esperanza A Sos la postal más diquera Bm E7 A que la memoria nos manda F#7 Bm santo y seña de la costa E7 A desde el arroyo a la Aduana A7 D tu vereda, es un estaño B7 E7 confidente entre dos playas Bm E7 las agridulces del río A y las salobres del alma A Cuando tus tardes se pueblan Bm A de chivas y caminatas F#7 Bm y el sol sobre la escollera E7 A es una inmensa naranja A7 D sos la cinturita fina B7 E7 que Montevideo abraza Bm E7 para salir de paseo A por la orillita del Plata. El ritmo es de Milongón: P – 5ª i – 3ª a – 1ª P – 4ª i - 3ª m – 2ª a – 1ª m – 2ª La rambla está indisolublemente integrada al paisaje montevideano, y es quizás, una de las referencias ineludibles, cuando nos encontramos fuera del país. Atahualpa Cardozo la supo recorrer con su carrito manicero, repartiendo maníes y esperanzas a manos llenas, en aquellos inhóspitos inviernos que nos tocó vivir por los años 70. El entrañable carrito, humeante su tricolor chimenea, contrastaba con el gorrito de lana amarillo y negro, de Don Cardozo. Mario Carrero.